contra las cuerdas

Justicia por mano propia

-“¿Viste que no pasó nada?”, me comenta un colega. “Con lo de Callejeros… Te descuidás y van a estar tocando en todos lados”. Es cierto. Creo que ayer tocaron en La Rioja… Parece que ahora los intendentes se pelean por llevar a Callejeros a sus ciudades y pueblos. “Y la gente va a aplaudir a esos delicuentes”, me dice otra persona. En otro momento me hubiese llenado de furia, por la sola impotencia. Hace casi dos años pensaba que había que accionar directamente. Ir a los shows y repudiarlos. “Hay que hacer algo con esto. Uno no se puede quedar cruzado de brazos”, repetía. A veces todavía me pasa… lo de la bronca. Cuando veo a los tipos por la tele dando notas, con un cinismo a prueba de balas, aleccionados por los abogados,
instalados en ese doble discurso de víctimas… es para levantarse e ir a cagarlos a trompadas. Lo mejor fue cuando les preguntaron por el desmesurado precio del disco y le echaron el fardo a “la discográfica”. Ni los Backstreet Boys hubiesen respondido eso. Es algo sencillamente insoportable y algunas personas deben saber a lo que me refiero. Y ya ni siquiera estoy hablando de los muertos de Cromagnon, que parecen haber salido de plano hace rato. No. Cien años de cárcel no les servirían a los Callejeros para se les caiga una miserable y puta autocrítica.

- A esta altura no me importa que un show esté esponsoreado. De última diré: “Fui una noche al fucking Pepsi”.Y que los pendejos le digan Pepsi al estadio Obras. Yo le dijo Obras y listo. Y siempre va a ser Obras (o ex Obras) y punto. Hace unas semanas lo fui a ver a Palo Pandolfo. En el medio del show deslizó algo así como un cuestionamiento sobre la presencia del (plomo) de Spinetta en el festival Pepsi. “Luis Alberto Spinetta-Pepsi-Petrobras…”, dijo (no se entendió muy bien). Lástima que detrás de Pandolfo, en un bar de Rosario, había un afiche haciendo las veces de cortina que rezaba “Quilmes/Quilmes/Quilmes. Como cien veces… Ay, Palo, vos no ves. Y menos mal que hiciste aunque sea un tema del disco que no se editó, el maravilloso “Argentina 2002” (según lo rebautizaste vos), porque en el disco (que no se editó, y en su lugar se salió el disco de covers infame ese) la canción se llamaba “Argentina 2001”. ¿Así vas a seguir corriéndole los años al tema? Es que los años pasan, y los sponsors también.

- Un compañero de trabajo me vino a gastar (cariñosamente, sé que lo hace cariñosamente) porque un tema de Rufus Wainwright suena en un aviso de Movistar. “Mirá dónde está tu ídolo”, me dice. “Me encanta”, le respondo, y me río. Por mí que las canciones de Rufus Wainwright aparezcan en todos lados. Ojalá mi vieja pregunte por esa canción del aviso… Ojalá me preguntara por una de Ryan Adams. O de Antony, o de Sufjan Stevens… Yo me compraría un celular solamente para poner a los Stooges en el ringtone y romperle las bolas a medio mundo.

-Qué bueno que está el segundo disco de TV On The Radio. Alcanzaría para decretar que, de ahora en más, David Bowie se ponga a apadrinar grupos y hacer coritos… y que se olvide de estirar como un chicle su propia discografía. “¿Y qué hacen estos tipos?”, te preguntan. Bueno, hacen que uno tenga ganas de escuchar sus discos, ¿te parece poco? Hacen que uno no lo borre del MP3, aunque sea por las dudas… Habrá que ver cómo funcionan en vivo. Porque nosotros acá escuchamos el 90 por ciento de la música filtrada por un estudio. Los TVOR vienen al BUE (¿Y al BUE quién lo auspicia?) y es una buena oportunidad para ver a un grupo que, a pesar de mucho elogio de la crítica, mucha prensa, mucho padrinazgo, no va a caminar ni a la esquina (salvo que la peguen con una publicidad, y lo dudo). Basta ver una foto: son negros… están cagados.

-Tampoco van a ir ni a la esquina el último disco de Bonnie Prince Billy o el de The Mountain Goats. Ni siquiera un puñadito de canciones del nuevo de Mark Linkous (Sparklehorse). Y no me importa… Para mí vinieron a ocupar un espacio en ese enorme vacío que dejó la muerte de Elliott Smith. No estoy hablando de similitudes ni de influencias. Nada más estoy agradecida de haberlos conocido, aunque sea medio difícil, por la falta de silencio y de rutinas pelotudas, entrar y abandonarse en su mundo.

-La otra vez, en un bar de Buenos Aires, estaba sonando “Oktubre”. Entonces me entró nostalgia de las épocas en que la gente tarareaba las canciones de este disco en los bares (bueno, al menos había dos o tres locos que movían los labios). Ahora ya no… Este disco es hermoso –pensé-. Y nada va a poder alterar su belleza. Ni siquiera el imbécil del cantante de Callejeros, que imposta a lo Indio Solari, creyendo que está cantando alguna de estas letras mientras cita a abogados, consejeros profesionales y demás tiradores de data. Pero qué se le puede reprochar, si hasta el Indio “soy-tapa-de-cien revistas-cien-al mismo-tiempo” Solari se debe haber olvidado de que él cantó en este disco. Ahora sí, para que se jodan todos bien jodidos, “Oktubre” existe, alguien lo debe estar escuchando en su casa en este momento, sin saber cómo el tiempo ha pasado, ignorante de la muerte, la ambición, la alienación y toda la mierda que vino después, feliz y perturbado… Cuando brindamos con mis amigos yo brindé también por el que estuviera escuchando “Oktubre” en ese envidiable estado de inocencia. Y pensando que nada me impide a mí volver a escucharlo de esa manera.

- Maldito el posteo de Benito sobre el brit pop. Me dio ganas de escuchar un montón de discos que son solamente recuerdos. Escuché a Luke Haines cantando “The Upper Classes” y me largué a llorar con un chico. Llegué hasta “Modern History” (completo, obviamente) y lo saqué. Mi melancolía tiene un límite… No quisiera escuchar más a Damon Albarn cantando “Chemical World”, ni la guitarra lastimera de Noel Gallagher en todas esas canciones donde siempre está esperando que lo venga a salvar alguien (because maybe, because maybe…), ni la fabulosa, dolorida voz de Richard Ashcroft en las canciones desesperadas de “Northern Soul”. Pero es inevitable volver. Porque cuando hay una tremenda explosión y después queda el desierto… bueno, cualquiera puede seguir caminando por el desierto, pero siempre va a estar añorando el momento de la explosión.

-Un amigo estuvo hace unos días por Minneapolis. Minneapolis, you know, “capital privada de la música de alguna (poca) gente”. Paul Westerberg todavía vive ahí. Y ahí está la casa que aparece en la tapa de “Let It Be”, y también el “Uptown Bar & Café”, propiedad de la madre de los Stinson. Ahora yo tengo mi propia gorrita del merchandising del Uptown Minneapolis, que es mucho mejor que tener una del Hard Rock Café (aunque no tengo nada en contra del Hard Rock). Mi amigo me enseñó en las fotos las “sky way”, así, como se llama ese temita (temita!) de los Replacements que está en “Please To Meet Me”. El estaba alucinado con las bateas de “rock local” en las disquerías de MN. No paraba de decir: “¡Allá el rock local son los Replacements y Hüsker Dü!! Pensá en lo que tenemos acá! (por Rosario). Bueno… tampoco hay que desesperar. En Minneapolis también hay un solitario y humilde banco en un parque, con una plaquita dedicada por familiares y amigos a la memoria de Bob Stinson (Bob Stinson, guitarrista de los Replacements, murió de una sobredosis en 1995, cuando ya hacía rato que lo habían fletado del grupo). Además mi amigo me contaba que allá escuchaba mucho la canción “Unsatisfied” (himno de Westerberg y cía) porque “podía verla en la cara de la gente”.

-Lo de mejor de Minneapolis es (además) tener un presente. Y no me refiero precisamente a Tommy Stinson tocando con los Guns & Roses (qué yunta!). O al disco número 2.800 de Prince (aunque no tengo nada en contra de Prince tampoco). Me refiero a una banda, The Hold Steady, que acaba de sacar su tercer disco. Hay que escucharlo. Así de simple. Ellos ya venían con influencias de la E Street Band y esa mano (y también me hacían acordar, en algunos aspectos, a los GBV). Pero en este disco, que muy elocuentemente se llama “Boys And Girls In America”, los tipos tiran la chancleta y hacen su pequeño y humilde “Born To Run” (de estos pequeños y humildes años). Mataría por escuchar esto en vivo… pero, ¿cuántos auspiciantes se necesitarían? Si ni siquiera viene el Boss en persona! Ni Tom Petty! (yo compré el último disco de Tom Petty, a fin de año me van a dar un premio). Ni pensarlo… Es más probable que vengan los Tapes n Tapes, también de esas tierras, con un disco debut (“The Loon”) bajo el brazo. Cuando vi que las reseñas decían “rock” y “Minneapolis” en una misma línea me mandé detrás de estos pibes y no me defraudaron. ¿Qué hacen? Lo mismo que los TV On The Radio si hubiesen nacido en una ciudad del interior y si no fueran negros.

-Cuando leí que habían editado un box set con material inédito de los Art of Noise me entró curiosidad por saber cómo sonarían ahora sus viejos discos (que yo solía tener en cassette). Entonces los bajé. Lo hice para reírme. Lo juro. Pensaba que iba a ser un chiste. Pero el primer tema del primer disco ya me dejó muda. Y “Beat Box” fue la sentencia definitiva de que no iba a reírme durante todo el disco. Qué mierda. El “Beat Box” resistió el paso del tiempo mejor que un tema de los Beatles. A principios de los 80 los Art Of Noise estaban haciendo algo que no tenía nombre. No conozco a nadie con más fe en la música que ellos. Laburaban con un sampler no sé qué que valía miles y miles de libras esterlinas. Después el sampler se abarató, y la música también.

-Ayer soñé con un colectivo llegando a un lugar, un hombre con anteojos de sol, un río, un mar, un par de perros, muchos discos, algunas drogas, una computadora, una guitarra, el tema de Nacho Vegas “Noches de verano en la casa gris” (por capricho, porque no tiene nada que ver) de fondo. Yo escribo de los discos para sacármelos de encima. Por eso nunca escribí sobre tu primer disco, porque quiero que esté siempre conmigo.

-Ah, ¿y Callejeros? ¿No empezaba hablando de Callejeros? No sé. No me interesa. Ya está. Si no le encuentran las mil trampas al expediente tendrían que estar presos.
Por mí pueden hacer un recital en la puerta de mi casa. A plena luz del día y con muuuucha policía. ¿Qué lindo, no? Y salir en la tapa de los diarios con un “no hubo incidentes”. ¿Qué bueno, no? Yo estaré en mi casa, encerrada pero afuera, definitivamente, con la música que está en mis discos, en los MP3, en mi cabeza. Y eso es lo que hicimos muchos en este tiempo, en este tiempo en que pareció que no hicimos nada. ¿Y los Callejeros, y la justicia? ¿? Yo ya los juzgué, los mandé a la cárcel, los mandé a la horca, los puse contra el paredón, apreté el gatillo. Yo los maté con cada disco, cada MP3, cada recital, cada sonido que escucho y que no es de ellos. Yo ya los corté en pedacitos y los enterré en el patio imaginario de mi casa. Porque creo en la justicia de los hombres (y de las mujeres, y de la música). Esa es la justicia más divina de todas, la que no existe.